Hace pocos días terminó una nueva edición de La Furia del Libro, con cuentas alegres tanto por la gran cantidad de visitantes como por las ventas de las más de doscientas editoriales que participaron, principales responsables de sacar cada año al mercado nuevos nombres y voces al hasta hace poco alicaído ambiente literario nacional. Pero mientras por una parte parece haber un boom de creatividad en Chile, con gran cantidad de títulos y nuevos nombres, los lectores no parecen aumentar en la misma medida. ¿Qué pasa con los colegios y escuelas, la cuna donde nace el fomento lector?

Tuve acceso a un listado de lecturas de un establecimiento para 3ro básico. De los cinco títulos propuestos, solo uno era de una autora y los otros cuatro no solo eran de un autor masculino, sino que además eran del mismo escritor. Los cuatro libros. ¿Cuáles son los criterios que utilizan quienes se encargan de formar las mentes lectores de nuestras niñas y niños? ¿Acaso no es necesario tener amplitud de miradas y diversidad de temas para despertar en las infancias el placer por la lectura? ¿Qué razones existen detrás de este desprecio por el trabajo autoral de las mujeres? Lo curioso es que cuando se deben organizar las actividades para celebrar el día del libro, que se celebra cada 23 de abril, a las primeras que convocan para dar charlas en los colegios es justamente a las escritoras, muchas veces olvidando que lo justo es recibir un pago por el trabajo de preparar y desarrollar una actividad para el fomento lector en la infancia, y sin ofrecer por último la compra de algunos ejemplares de sus libros para que queden a disposición en las bibliotecas.


Las y los escritores no viven del aire, los aplausos y la inspiración divina. Realizan un trabajo que requiere muchísimas horas de estudio, investigación y desarrollo, además del tiempo y energía que debe dedicarse a dar a conocer su obra. Tal vez si dejamos de lado la visión romántica y les vemos como trabajadores, que al igual que todas y todos deben pagar cuentas y poner comida sobre la mesa, comencemos a valorar un poco más la enorme labor que realizan.

Por Lilian Flores Guerra

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